lunes, 28 de septiembre de 2009

Como niños

El domingo pasado, no ayer, leyeron en Misa el Evangelio de Marcos 9, 30-37, cuando Jesús coge un niño y lo abraza, y lo pone enmedio, y deja a los discípulos pasmados, en su reparto de cargos y prevalencias: ¿véis este niño? pues así vosotros.

Esa noche en casa comprendí que o termino la tesis o la tesis termina conmigo, y tomé una resolución heroica: leer sólo-sólo-sólo sobre el tema de la tesis, y "premiarme" al final del día con 15 minutos de lectura literaria y otros 15 de lectura espiritual. Buf.

Hacía años que no tardaba una semana en terminar dos libros, pero así ha sido esta semana. Sólo el sábado, cuando los concluí ambos, comprendí la estrecha relación que mediaba entre los dos, y el Evangelio del domingo.

Bueno, la estrecha relación entre el Evangelio y Si no os hacéis como este Niño, de Hans Urs von Balthasar, estaba clara. Estupenda traducción y edición de Fundación San Juan, y aún más estupendo von Balthasar, como me conmovió saber que era el último libro que había escrito, al final de su vida terrena. Todos los católicos deberíamos leerlo para entender lo que somos: niños muy pequeños y muy queridos, de un Padre inmensamente bueno. Al que a veces no entendemos, pero tampoco los niños entienden a sus padres en todo, y sin embargo saben que les quieren, y no están todo el día dudando de ellos ni angustiándose por el futuro... el libro tiene joyas casi cada página, como éstas (escogidas al azar):

"(...) la infancia arquetípica, en la que la espera confiada y segura del bien reposa sobre la experiencia del ya-haber-recibido" (p. 35)
"El comparativo es la forma lingüística de la maravilla" (p. 68)
(Y esta maravilla sobre la Virgen:) "Pero ella, como la niña perfecta de Dios que es, no reflexiona sobre sí misma, sino que se pone a disposición de cualquier acción de Dios (...)" (p. 100)

El otro libro, La bendición de Nancy Mitford, parecía ser totalmente diferente... una obrita frívola, para colmo claramente inmoral (la más escabrosa de las cuatro que he leído), con una visión absurda del matrimonio y aún peor de la paternidad... el protagonista de la novela, Sigi, es un niño absolutamente cretino, cada vez más a medida que una va leyendo páginas y sin embargo... sin embargo, a finales de semana empecé a darme cuenta de que el niño de Mitford tenía mucho que ver con el de von Balthasar. Porque demostraba lo verdadero de su teoría al exponerla al revés: el niño es un cretino si sus padres no le hacen caso, si no le quieren, si no le cuidan, si no le educan. O sea, que un niño sin padre no vale nada...

No sé si me he explicado bien, pero estoy encontrándole sus ventajas a esto de leer despacio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario