viernes, 27 de noviembre de 2009

Noviembre dulce

Ha sido tradicionalmente mi mes favorito, quizá porque es mi cumpleaños, porque la Navidad está cerca (de niños, lo mejor es la espera), porque el abuelo decía de mi que era un dulce de otoño, como los membrillos, por tantas cosas. Ahora no ha dejado de serlo, pero ahora comprendo que todos los meses son nuestros (nosotros de Cristo y Cristo de Dios).

Si Él quiere, vendrán otros noviembres, pero nunca más éste, el de 2009. No avancé apenas en la tesis, pero leí la vida de Shakespeare, y sus Sonetos, Gómez Dávila, Pacheco, una tontería yankee sobre la crisis de los 30 (Plan B, de Tropper) justo después de salir de ella. Recuperé la alegría de vivir en Madrid, empecé con las clases de pilates, volví a encontrar dicha en el trabajo. Merendé con Juncal, comí con Blanca, me hice amiga de un Lord, me mandaron orquídeas por primera vez en mi vida. Viajé a Vigo y estuve con mis tías queridas, hacía veinte años que no veía esa ciudad recogida sobre el mar, cuánta belleza, y descubrir para siempre que Vigo es Vivaldi y los libros nos regalan recuerdos de lo que no hemos vivido.

Muchas más cosas pasaron en Noviembre, y fueron todas buenas.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El secreto de sus ojos

AVISO PARA NAVEGANTES: Voy a destripar -de nuevo- la película que da título a este post, así que el que no la haya visto y quiera hacerlo, que no lo lea.

Basta ya. No quería escribir de esta peli, pero antesdeayer otro amigo me dijo que la había visto y le había "encantado". Van un buen montón, así que contraataco: yo también la he visto, y no me ha gustado nada.

Lo que me está pasando con esta película ya me pasó antes con otra: Tíovivo, de Garci. Un buen amigo solía decir de mí que soy "garcista", por lo que me gustaba este director, del que había visto todas sus pelis: desde Volver a empezar hasta Historia de un beso, pasando por la maravillosa Canción de cuna (y La herida luminosa, El abuelo, You´re the one...). Y de repente voy al cine a ver Tíovivo y me espanta. ¿Por qué? porque no parecía de Garci. Porque traicionaba el espíritu de todas las anteriores. Claro, algunos de los amigos con los que fuí al cine no habían visto las anteriores y les pareció que ésta no estaba mal. Pero cualquiera que haya comprendido algo del cine de Garci -ese aliento cálido y discreto de esperanza, como un pálpito diminuto y constante- sabe que Tíovivo es una porquería.

Igual ocurre con Campanella. El que haya visto El hijo de la novia, El mismo amor, la misma lluvia o Luna de Avellaneda, no puede haber disfrutado con El secreto de sus ojos, porque traiciona todo lo que ha sido la filmografía anterior del argentino, todo lo que le ha hecho grande.

Daré sólo tres o cuatro argumentos para respaldar mi posición:
  1. Campanella quiere mostrarnos que sabe rodar un thriller. Que no es un director blandito ni cursilón, que sabe hablar de lo más duro (violación y asesinato, delincuentes crueles y víctimas que no perdonan, basura en el gobierno y en la sociedad). Llena su película de paisajes oscuros, tormentas meteorológicas y música de misterio, contraviniendo las reglas fundamentales del cine de suspense, como pueden verse aquí. No da tregua al espectador, ni siquiera en las escenas de "amor".

  2. Hay algo de Campanella (el canto a la amistad, los chascarrillos, el personaje tan logrado del amigo del héroe sobre todo), pero no lo más característico de Campanella: la esperanza ante el futuro, el convencimiento misterioso de que la vida vale la pena. Sólo hay un regodeo en el dolor, el sufrimiento, la incapacidad de perdonar: si te toca la china te ha tocado. No hay explicación, ni redención, ni nada que se le parezca. Ni por supuesto la remota sombra de algo parecido a la vida eterna existe en la mente de ninguno de los protagonistas.

  3. Y además (increíble en Campanella) no hay historia de amor. Mucha química entre Darín y Villamil, sí, pero ya la conocíamos de otra películas. Amor no hay amor, hay atracción, deslumbramiento, lo que se quiera, pero amor no. Las conversaciones entre ellos son pocas e insulsas, no se entiende qué les ha enamorado del otro. En este sentido, es muy representativo el papel que ella ve en la mesilla de noche de él (al principio de la peli le vemos a él despertarse de noche y escribirlo): "Te mo". Se supone que como escribe con una máquina de escribir vieja que no tiene la "a", lo que dice el papel es "Te amo". Pero no es verdad. La película es una historia de miedo, y los personajes no sienten amor ni nada parecido, sienten miedo y punto. Temor al paso del tiempo, a olvidar, a una vida estéril, a perdonar... cada uno a algo, pero todos temen.

  4. Para terminar -y no hacer este post eterno-: Campanella hace trampas. Todo el tiempo. No conocemos al marido ni a los hijos de la protagonista, entonces ¿cómo podemos juzgar lo que ha sido su vida, lo que abandona por Darín?

A todos los amigos a los que les ha "encantado" la película les diría: vale que es mejor que el 95% de lo que hay en cartelera, pero eso no la convierte en una buena película. Es la peor película de un gran director, y francamente, espero no volver a verla en mi vida.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Las doce en el reloj

Me habían hablado de él la semana pasada en la Asamblea de la UNE, en el último almuerzo. Fue su editor, naturalmente: se deshizo en elogios, y yo decidí buscarlo inmediatamente. El lunes recorrí tres librerías: no lo encontré en ninguna pero compré otros nueve libros. Me faltaba éste, no obstante.

Ayer pasé el día soñando con encontrarlo. A última hora me escapé a la librería Rafael Alberti, estaba segura de que allí lo tendrían. Lo malo: también estaba segura de que cerraban a las ocho, y eran casi menos cinco cuando yo daba vueltas frenéticamente por la zona, intentando aparcar sin éxito... a las ocho menos un minuto dejé el coche tirado en una esquina, con las luces de emergencia, y corrí calle arriba pidiendo un milagro, porque sabía a ciencia cierta que cerraban a las ocho...

Mi persistencia en pedir milagros se ve superada tan sólo por la persistencia de Otro en concedérmelos. A las ocho en punto entraba por una milagrosamente abierta puerta, con un cartel que indicaba que ésa era la hora de cierre... dentro, un montón de gente. Presentaban un libro ("El amigo del desierto", de Pablo d´Ors, en Anagrama) y una serenísima voz de hombre murmuraba algo así como que el desierto es imagen del infinito para el que estamos hechos...

Contagiada de paz, pregunté al hombre tras el mostrador por mi libro. "Está aquí", contestó, sacándolo del montón cercano, "lo he dado de alta precisamente esta mañana". También tenía la voz serena. "Precisamente" pasaban cinco minutos de las ocho cuando yo salía de la tienda con el libro apoyado contra el pecho.

martes, 10 de noviembre de 2009

Dos tipos de chicas

Me lo dijo Blanca hace unos meses, y le doy muchas vueltas. A ella se lo había dicho una amiga hace muchos años:

-Sólo hay dos tipos de chicas: las fáciles de casar y las difíciles. Las fáciles de casar son aquellas para las que la cualidad más atractiva que puede tener un chico es estar interesado en ellas. Las difíciles, todas las demás.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Corona de la Almudena


Segundo puente del curso, y yo en Madrid con la excusa de la tesis. Pero este puente ha sido especialísimo por varios ítems que enumero:

1- Lecturas: como el tocho de Ayckrod me daba una pereza mortal, lo cambié por el muy ameno y eminentemente divulgativo de Bryson. Al fin y al cabo los dos son lo mismo: biografías postmodernistas de Shakespeare, intentando encerrar al genio en las reducidas categorías de nuestra época... Pero yo quería leer los "hechos desnudos" antes de leer a Pearce, y es una experiencia que recomiendo. Leer a Bryson acerca de lo poco que sabemos de Shakespeare, y luego leer a Pearce para comprender cómo ese poco queda sorprendentemente iluminado si aceptamos la hipótesis (más que razonable pero no tan probada como para que sea indudable) de que el bardo era católico. Qué disfrute sin fin, aumentado con la lectura -que prosigo- de los Sonetos, nunca antes leídos enteros: qué maraviiiiilla...

2- Cine: el sábado por la noche fuímos a ver (500) días juntos. Como siempre, se entiende mucho mejor el título original (500 days of Summer) y no sólo porque Summer sea el nombre de la protagonista (y la metáfora del nombre sea esencial para entender la película). Dicen que podría ser la película independiente del año. Nunca he entendido bien eso del "cine independiente" pero es una muy buena peli, de cualquier forma. Primero, por cómo está contada la historia (al fin y al cabo el cine es un arte narrativo). Y luego, por lo que hace pensar. En las relaciones absurdas que se mantienen cuando uno no está seguro, sí. Pero también en las relaciones absurdas que se mantienen cuando el otro está tan absurdamente enamorado que no ve la realidad. Y muy buen guión y me quedo con ganas de verla otra vez, porque lanzaba muchos cabos y no pude recogerlos todos. Y a la salida, como siempre, Ruth me mostraba aquello que yo no había sabido ver: para los dos es buena la mala relación que atraviesan, para los dos deriva en una situación mejor que la que tenían, y detrás de sus errores y fracasos (digámoslo claro: de sus pecados) hay Alguien que hace que todo sea para bien...

3- Música: y anoche en el Auditorio, qué pasada, qué regalo, la Orquesta Barroca de Venecia interpretando a Vivaldi... qué alegría tiene el Barroco, siempre, siempre, y qué buen ambiente en la Orquesta, qué maravilla el director que además tocaba el clave (y que era profesor, y se le notaba, esponjado de orgullo por las proezas de sus chicos)... Teníamos unos sitios espléndidos, otra vez gracias a Ruth, qué bendición de noche. Me reafirmo en mi idea: si sólo pudiera escoger dos momentos en la historia de la cultura, Románico y Barroco. El arte más sencillo y el más complejo son esencialmente lo mismo: un arte alegre, porque tiene a Dios en la base y en la cúspide de sus alegrías... qué derroche de gozo anoche, la flauta de pico como un pájaro, los violines arrullándola, se me iban los pies cada vez que sonaba el clave, siempre armonioso, siempre sereno, de fondo el laúd.

4- Lugares: he pasado varios meses lamentándome (la crisis de los 30 no ha dejado nada en pie) de lo sosa que era mi vida, toda vivida en la misma ciudad, 30 años sin salir de Madrid, y 25 en la misma casa... hace ya diez años, además, que sueño con vivir en el campo, harta de atascos y demás morralla urbana. Y en cambio, ayer, la mañana de otoño soleada y fría, el Palacio de Oriente con sus barquilleros y su fauna urbana, la Virgen esperando nuestras flores en la explanada, los de Daimiel tocando para Ella, los grupos de chulapos bailando el chotis y de goyescos tan rechulos también, la esquina más bonita de Madrid donde vivía mi madrina y transcurrió mi infancia... ayer daba gracias a Dios que me ha puesto aquí. Y me acordaba de ese hombre de Chesterton que dió la vuelta al mundo para descubrir... la belleza de su casa.

5- Tesis: como se deduce de lo anterior, se ha llevado las migajas de mi tiempo. Apenas nada. Y como -espero- se deduce de lo anterior, me he quedado tan contenta. ¡Y eso que no he contado -en lo anterior- las cosas mejores del puente, sólo las siguientes!


La foto es la "corona de la Almudena", también llamada rosca de la Almudena o roscón de la Almudena, que hemos descubierto hoy en casa.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Enamorado?

Hoy como todos los días, D. Enrique me hace pensar por libre. Al hilo de su estupenda entrada, recuerdo otro síntoma claro del enamoramiento, además de lo de los ojos. Estás enamorado si te parece absolutamente cierto que no eres digno del amor del otro...

martes, 3 de noviembre de 2009

Paradojas

Me despierto dormida.
En cada momento me apetece hacer cosas distintas de las que hago.
Trabajo entre libros, que me quitan el tiempo para leer.
Si no estuviera haciendo la tesis, podría estudiar.