jueves, 14 de octubre de 2010

Triana


No sé nada del asunto del que voy a escribir, dicho sea lo primero a modo de disculpa. A primeros de junio, cruzamos el puente para cenar a orillas del Guadalquivir, en la calle Betis (¿o en la calle Pureza?), impagable recomendación de mi amigo Pablo. Dos días después, Roci nos contaba de la sevillana (¿de Lole y Manuel?) sobre el ser trianero que dice "en la calle Sierpes me siento extranjero".


Pero anoche encendí el televisor y en algún canal daban un reportaje sobre Triana. Un chico joven, con su coletita y barba, pinta flamenca, guiaba a la risueña reportera por el barrio. Entusiasmado le mostraba edificios, callejas, plazuelas, recovecos, el mercado... hasta que en un momento dado, exultante, la introduce en una iglesia:


-Vamo a vé a la Señora de Triana.


Se persigna. Dice bajito:


-Sólo verle la cara, me queo sin habla.


Conduce a la locutora al altar de al lado:


-Y mi Cristo de las tres cruces...


Vuelve a persignarse. Se queda callado. En la cara se lee la emoción. Y al final dice:


-El privilegio más grande de mi vida... 35 años tengo, y creo que será el privilegio más grande de mi vida hasta que me muera, es ir debajo dél.

1 comentario:

  1. Ay! quién estuviera en la calle Betis (que es por cierto la que está en la rivera del río) y eso que soy castellano por todos los lados...
    Gracias por este post tan evocador, ¡y de verdad que fue una recomendación nada original! (estaba seguro de que os gustaría)

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